Este proyecto se enmarca dentro de una reflexión visual y artística que he venido realizando en los últimos años en torno a la figura del ÁRBOL URBANO como fuente de metáforas y sentidos críticos de la experiencia humana contemporánea.

Esta reflexión visual y artística ha consistido en consignar distintas experiencias de observación meditativa, generando un corpus de imágenes fotográficas que aborda la presencia de estos seres en la ciudad. Mi preocupación por el árbol urbano se ha centrado en su dimensión temporal, abordada como una dislocación de nuestra propia experiencia. Esto se refiere a que el tiempo del árbol tiene unas proporciones mucho más extensas que el nuestro, que apelan a lo inamovible, lo sereno, lo sobrio y lo sabio.

Los árboles son los seres vivos más grandes y longevos que hay en el planeta. En la ciudad estos seres nos resultan cotidianos y para el ser humano el acto de intentar concebir el tiempo de vida de un árbol constituye por sí mismo una suerte de meditación: existen por ejemplo árboles que pueden ser más viejos que el entorno urbano en el que viven (calles edificios, etc.), y que han habitado ese espacio cada uno de los días y noches de todas esas décadas.

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